febrero 24, 2010

El complot de los viene viene

Hay un momento en la vida, en que uno se da cuenta que se está volviendo como sus padres, igual de criticones y viejos, y creo que ese momento maravilloso de la vida, me ha llegado a mí.
A mis casi 36 años, cada que salgo de la casa, por mas que lo hago con una sonrisa, me termino molestando por algo:
El bendito limpiaparabrisas que te avienta jabón sin darse cuenta de que acabas de lavar el coche, los inteligentísimos peatones que corren debajo del puente peatonal, seguramente con la idea de que al construirlo pensaban en taparlos de los rayos del sol mientras "torean" con sus bultos los coches, que decir de mis amados "cumbieros", no los que hacen cumbias o las bailan, los que manejan las "combis" del transporte público que te rebasan por la derecha, se te cierran, y siempre terminan parándose de golpe frente a tí para bajar un par de mujeres con 6 niños que de inmediato se ponen a correr debajo del puente peatonal como todos los demás.

5 minutos después las buenas maneras y los buenos humores son un recuerdo, ahora me escucho exactamente como mi santo padre, a quien recuerdo decir frases como : "si señora pásele no se preocupe... che vieja pen...sativa estorbosa", "no se preocupe, quédese ahí... al fin que se nota que nació para maleta"
Por fin estoy en el super, trato de guardar la compostura y retomar los buenos modos, sin mucho éxito : un par de hijas de vecino platicando en el pasillo con los carritos atravesados, les pides 2 veces permiso, y hasta que empujas uno de sus carritos con el tuyo deciden mover sus portentosos traseros, otro par de niños corriendo a todo lo que da con esos carritos nuevos, los cuales agradezco de todo corazón, y deseo que quien haya tenido la ocurrencia de darle a todos los críos malcriados la oportunidad de pasarte sobre los pies con las llantitas de esas armas en miniatura o darte un cariñoso golpecito en las canillas, que en el infierno esa sea su torutura por la eternidad.

En fin, ya estás en la caja, y la doña del chicle te pregunta -¿encontró todo lo que buscaba?-... - no señorita, las buenas maneras por mas que las busco ya las perdí y no se las encuentro a nadie tampoco-... comienza a pasar los productos por el lector de código de barras y observas como vuelan y se estrellan al final de la caja los huevos y el pan con las latas de atún... "¡ora ora! ¿para que lo escojo si me lo va a maltratar? ... después de poner una trompa que dan ganas de darle besos, la doña del chicle le baja la velocidad un poco y le hecha unos ojos de fuego al cerillito o cigarrito (porque ya hay también unos ancianitos a los que no creo que el término cerillito les acomode muy bien) para que se apure a meter tus cosas en el carrito, a lo cual el cerillito responde redoblando la velocidad y con ello dandole otro repasón a los huevos ahora con la botella de aceite...
-¡Me recargo en la pared! ¡no me maltrates las cosas! - .. el niño también baja la velocidad y se hace bolas con las cosas, se pregunta si le arrancarás la cabeza si mete el papel de baño con el pollo y no deja de mirarte de reojo
Creo que ya llegué a mi punto límite de paciencia, que para que mentir, no es mucha -¡A ver mijito dame una bolsa para que le apuremos! -... pero yo creo que se las cobran, por que no suelta ni una bolsa aunque lo jalonees de los cabellos y te mira con cara de "bueno quien entiende a esta vieja ¿me apuro o no?"

Por fin todo en el carrito , me obligo a darle algo al cerillito por el mal rato que le hice pasar, pobre chamaco, tan siquiera esta trabajando y no perdiendo el tiempo, me dirijo al coche, quito la alarma, abro la cajuela, cargo cada bolsa, arrimo el carrito hasta donde veo mas carritos, mas que nada para que les haga compañía, en lo que alguien se acomide a juntarlos, me subo al coche, me pongo el cinturón, le pongo el seguro de la puerta, enciendo el coche y escucho el mágico "piiiiip"... ¡el bendito viene viene, nada mas faltaba él!... cuando me asomo por el espejo para asegurarme de que no tengo nadie atrás por que jamás he entendido que significa cada pitido del viene-viene, será por que cada uno tiene su sello "especial"... ¡me doy cuenta de que ya no hay espejo!... apago el coche... abro la puerta y le pregunto -¿oiga jefe y mi espejo?-... (cara de chin ya no me tocó mi peso)... -¡no mi doña, si ya no lo traía!- ... -a cabrón... disculpe ud. señor viene-viene... es que de repente me vuelvo pendeja y confundo las cosas, claramente recordaba que traía un espejo de aquél lado, pero si Ud. dice que no había pues la burra soy yo... ¿ni modo que me mienta verdad?- el pobre tipo ya no sabe, si lo digo en broma o el fuego humeante que sale por mis ojos es una mala señal, se queda callado y ya no hace ruido, se pregunta ¿me irá a dar mi peso o me ahorro el chiflidito?... ¡alabado sea el señor!, mira con el rabillo del ojo otro conductor que se dirige a su vehículo a 2 filas de distancia, y mejor enfila sus pasos al pesito seguro, mientras me quedo trabada otro par de minutos mirando el espacio vacío que ocupaba mi espejo.

Mientras preparo la comida para el siguiente día, voy eliminando presión, al mismo tiempo que la olla cuyo tapón tiene que bailar otros 15 minutos.
¡Ay mujer! agradece que tienes coche, dinero para comprar víveres, se mas tolerante con las doñas de traseros portentosos que encuentran 5 minutos para chismosear en un pasillo, de los niños que juegan carreritas con los carritos del super, perdona los malos modos de tus semejantes que se ganan la vida de cajeros, de cerillitos, de limpiaparabrisas y que quizá después de un largo día de quejas y gruñidos de los clients acaban del mismo humor que tu,... pero y el viene-viene, cuyo oficio es estirar la mano ¿a ese también lo perdono?

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